miércoles, 11 de agosto de 2010


-¿Te das cuenta, atolondrado? ¿Te das cuenta de lo que has hecho? Tenias la necesidad de obligarme a tanto? ¿Era necesario recurrir a esas exageraciones? Nos amabamos, esta bien, nos amabamos. Pero de ahi no habia que pasar. Amarse tenia sentido mientras vive. Despues, ¿Que importa?. Ahora me enredaste en este juego siniestro y yo, lo quiera o no, debo seguir jugandolo. Me has colocado entre la espada y la pared. Sin mi previo consentimiento, aclaro. Naci amante, no heroina. Soy una mujer normal, no una maniatica suicida. Pero tu con tu famosa muerte, te encaramaste de golpe de una altura sobrehumana hasta la que ahora debo empinarme para no ser menos que tú, para ser digna de tu amor, para no dejar de ser... ¡Funesta paradoja!. Esto me pasa por enamorarme de adolescentes. Lo toman todo a la tremenda. Su amor es una constante extorsion. O el talamo o la tumba. Nada de paños tibios, de concesiones, de moratorias, de acuerdos mutuos. Y asi favorecen los egoistas designios de los mayores que aprovechan esa rigidez para quebrarles la voluntad como leña seca. Ah, pero yo me niego. Me niego a repetir su error. Rehuso a poner mi pie en el cepo. Lo amo. Lo amare mientras viva. Lo llorare hasta que se me acaben las lagrimas. Pero no espereis mas de mi. No me exijais mas.
La vida justifica nuestros amores, en tanto que ningun amor es suficiente justificacion de la muerte.
Buenos dias!

No hay comentarios:

Publicar un comentario